domingo, 5 de diciembre de 2010

¿Qué es verdadero y qué es falso? ¿Lo que vemos a simple vista es verdadero? ¿Podemos confiar en lo que escuchamos? ¿En qué decidimos creer? ¿Es verdadero lo que se ve y falso lo que no se ve o al revés?
¿Alguna vez vieron a alguien hacer un papelón por lo que siente? ¿Alguna vez ocultaron lo que sienten por miedo al papelón?
Muchos se dejan llevar por las apariencias.Pero todos sabemos que las apariencias engañan, ¿no?
Es mucho más fácil dejarse llevar por las apariencias y vivir en la mentira.
No todo es lo que parece ni todo lo que brilla es oro, eso también deberían saberlo. Mucho brillo hay acá y muy poco oro. Algunos se terminan creyendo las apariencias y así viven. Aparentemente viven. Pero vivir de verdad es otra cosa, amar de verdad es otra cosa. Hay que saber
mirar muy bien para ver de verdad a la gente, para ver su esencia, y no su apariencia.
A veces el que parece un santo es un demonio, y el que parece un demonio es un santo.
A veces lo que brilla de verdad es una baratija y el oro, el oro de verdad, no brilla. Las apariencias nos logran engañar.
Lo esencial es invisible a los ojos, pero igual se ve. Hay que abrir los ojos para ver que la verdad no siempre es la apariencia.

Si alguna vez viste lluvia en un día soleado no te podes dejar engañar por las apariencias. 

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Si uno sabe la que se viene y la puede evitar, mejor ¿no? Si sabes de antemano que el omnibus al que te subiste va a chocar ¿te subís?
Si sabes que se viene un huracán ¿no te escondes veinte metros bajo tierra para evitarlo?
Cuando uno ve venir el problema tiene dos alternativas. Ir y ponerle el pecho, jugarse, o retirarse de un round que uno ya sabe desde antes que va a perder por knock out.
Si sabes que te van a atacar mejor atacar antes ¿no? El que pega primero pega dos veces.
Si ves venir la piña, mejor anticiparse ¿no?
Si sabes que te van a cortar el rostro, mejor ni tirarse a la pileta ¿no? Si sabes que te van a decir que no, ¿para qué preguntar?
Pero ¿y si te equivocas y te retiras de la cancha pero tenías muchas chances para ganar? ¿Y si atacas antes de que te ataquen pero en realidad nadie te iba a atacar? ¿Si te escapas de gusto porque nadie te iba a encerrar en ningún lado? ¿Y si vos decís que no antes de que te corten el rostro pero en realidad el otro quería decir si? ¿Y si dejas antes de que te dejen para no sufrir? Y resulta que no te iban a dejar.
Cuando me la veo venir, cuando siento que se viene la guillotina, yo no soy de las que pone la cara para el cachetazo. Es muy cobarde, ya sé. Pero es tan grande el dolor cuando te dejan que mejor dejar antes de ser dejado.


 Cuando no sabés a dónde vas, cualquier camino puede servir. Dan miedo los cruces de camino. Da miedo partir. Da miedo volver. Las preguntas, las respuestas dan miedo. Si no sabés hacia donde vas, lo mejor es dejarte llevar, como flotando en el viento.
A veces hay que desprenderse del equipaje, y como una pluma, dejarse llevar por el viento.“Para que a cada paso, un paisaje, una emoción o una contrariedad nos reconcilien con la vida pequeña, y su muerte pequeña”. Para que un día nos queden unos cuantos recuerdos, para poder decir “tuve tal amor”, para poder decir “estuve en tal pasión”, para poder decir “estuve en tal pueblo fantasma, en tal amistad, haciendo tal cosa”. Para poder decir “yo estuve ahí”. Para poder hacer todo eso, es necesario no temerle a partir, ni a volver. Porque estamos en una encrucijada de caminos que parten y que vuelven, si no sabemos hacia dónde ir, hay que dejarse llevar por el viento.
El viento lleva, y a la vez trae. El viento nos puede llevar a lugares insospechados. 
 Flotando en el aire, están todas las preguntas y todas las respuestas. Y flotando en el viento, iremos a donde debamos ir.